En Chile, la participación electoral ha ido disminuyendo de manera constante desde el plebiscito de 1989. De acuerdo al SERVEL, en las elecciones de 1989 la proporción de mayores de 18 años que participó fue de un 87%, mientras que en las elecciones presidenciales de 2017 fue de un 49%. En el plebiscito del año pasado, esa tendencia se revirtió. Del total de inscritos se alcanzó una participación del 50,9%.
La participación alcanzó el 43,3% de un universo de 14.900.000 personas, lo que es una baja respecto del plebiscito del año pasado.
Es interesante ver cómo varía la participación de una región a otra, o entre comunas, con rangos que son muy llamativos. Por ejemplo en la Región Metropolitana, que tuvo un 45,31% de participación, en la comuna de Vitacura participó un 63,43%, en cambio en la comuna de Santiago, solo el 35%. Estas diferencias son importantes de atender porque dan luces de qué, más allá de contar con voto obligatorio o voluntario, las personas se restan del principal instrumento de participación y legitimidad de nuestra democracia.
Construir una nueva constitución desde la confianza también tiene que ver con escuchar a ese 56,7% de ciudadanos y ciudadanas que no dejaron su voto en las urnas este fin de semana.