El texto sobre el que se parte escribiendo la nueva Constitución es una “hoja en blanco” en donde cualquier idea que no contravenga los elementos anteriormente señalados, podrá ser propuesta, discutida y, eventualmente, aprobada.
La hoja en blanco es una metáfora utilizada para graficar una característica central del proceso constituyente chileno: sin perjuicio de que la Constitución debe ser diseñada sobre la base de la mejor tradición constitucional chilena, no existen contenidos que obligatoriamente tengan que estar en la constitución, con la sola excepción del régimen político y los tratados internacionales suscritos y vigentes que tiene el país.
El texto sobre el que se parte escribiendo la nueva Constitución es una “hoja en blanco” en donde cualquier idea que no contravenga los elementos anteriormente señalados, podrá ser propuesta, discutida y, eventualmente, aprobada.
Esto implica que el texto sobre el que se parte escribiendo la nueva Constitución es una “hoja en blanco” en donde cualquier idea que no contravenga los elementos anteriormente señalados, podrá ser propuesta, discutida y, eventualmente, aprobada según un procedimiento establecido por la propia convención1, y sujeto al quórum de aprobación de 2/3 de sus miembros en ejercicio.
Finalmente, la consecuencia de que algún tema no llegue a estar en la Constitución, es que podrá ser discutido conforme a las reglas generales de aprobación de las leyes en contextos de política normal, una vez concluido y aprobado el proceso constituyente.