Como elemento central del proyecto en diferentes momentos se generan conversaciones en torno a ella. Es mayoritaria la predisposición a la desconfianza en el proceso, lo que se ve acrecentado en los momentos más polémicos que ha tenido la convención.
Es mayoritaria la predisposición a la desconfianza en el proceso, lo que se ve acrecentado en los momentos más polémicos que ha tenido la convención
Principalmente respecto del aumento de presupuesto, las disputas internas, la situación de Rodrigo Rojas Vade y lo que se considera “falta de trabajo efectivo” en los meses de discusión de reglamentos.
La oposición a la Convención aparece más “armada” en redes sociales que quienes la apoyan. Así se detectan líneas argumentales que apuntan a:
Los convencionales son iguales a los políticos, por lo tanto, corruptos e incapaces de ponerse de acuerdo. Es imposible confiar en alguien así por lo que esta es una Constitución de la desconfianza.
La caricatura en torno al circo, a transformarse en un país con derechos declarados, pero no efectivos, citándose permanentemente los ejemplos de Venezuela, Cuba y Argentina, entre otros.
El llamado permanente a votar rechazo en el plebiscito de salida como una manera de proteger las libertades individuales y la amenaza del comunismo.
La “Constitución de la ONU”, refiriéndose al proyecto que quedó redactado a fines del gobierno de la Presidenta Bachelet y que sería apoyado por la actual administración.
Quienes apoyan el trabajo de la convención, son menos activos y plantean las siguientes posturas:
Es necesario dejar que hagan su trabajo, es muy pronto para juzgar, sobre todo si no se ha escrito realmente nada.
Denunciar a bots y cuentas orquestadas en torno al Rechazo como una estrategia de la derecha por boicotear el proceso (los del “retrazo”).
No tener miedo al ejercicio democrático y que se logrará algo mejor que una Constitución elaborada en dictadura.